sábado, 28 de febrero de 2009

Cautiverio

La calma ruge en los helados pasillos
Entonces me acorralo con palabras
Que no me llevan a ningún lugar fuera de mi
Solo mis sombras, herencias atávicas
Lograrán hostigar a mi presa predilecta

Lúcidas e inexorables sacuden mis pretenciosos acertijos
Cuando asomo al dia con evocaciones infranqueables
Me atropellan con historias, trastabillo y pierdo el equilibrio
Cayendo en sus lúdicas acechanzas, que no me son ajenas
Son mis propias heridas ingénitas

Me descubro cazador cazado, silenciador silenciado
Declarandome asi, zona de litigio
Dispongo mis reservas de esperanza
Para anteponerlas a la pena
Vieja cadencia con variaciones,
Pero siempre la misma pena impostergable

Me defiendo como puedo pero igual quedo al descubierto
Blanco fácil de mis dardos certeros
Una vaga sonrisa y vuelvo a cubrirme con mis ropas
Que de tanto ir y venir se van sintiendo sabidas
La última visión se transforma
En el punto de partida de la próxima batalla

Y a fuerza de entregarme sin reparos,
De asediarme en callejones,
Me sé ciudad desierta...
Pesadumbre polimorfa que desata el paroxismo

Ante tanto sincronismo me repueblo
Con los mismos habitantes,
De los cuales los más necios
Pierden su rumbo, olvidan sus razones
Y no aciertan el camino de regreso

Afuera todo sucede
Sin que pueda tomar parte
Ni mudar algún ínfimo episodio
Entonces me repliego y digo basta
A esta domesticada prolongación de mi desvelo

El azul flota en los desiertos pasillos
La lluvia danza en los cristales
Mientras mi alma trata de no encontrarse
Con hierros...
Con grises...
Y vuela desenfrenada, desposeida

Ni Muerto ni dormido
Solo atascado...
Atascado como el resto
En esta absurda espera
Que habla de amores
Y no admite plegarias

miércoles, 18 de febrero de 2009

Nocturnos




I


El Sueño cae como una estrella
Los vértices de la noche estan lejanos y sobrios
Obscuro plano
Una calle repleta de niños tristes
Con mezclas de sombras y basura amontonada
El trayecto de ida con estandartes en los ojos
El de vuelta con las manos vacias
Y una mueca desolada
Con la fiebre latiendo en mis venas
Para que ignore al tiempo
Ciudad que así descubro
Obra de modos infinitos
De errores y perdidas de conciencia
Grandiosidad elocuente, enfermiza
Pensamiento ahogado, caprichoso
Tu cabeza rueda por los ángulos de mi dicha
Tu silencio es sólido, penetrante
Tu silencio tiene el perfume de las mujeres en luto



II

Sobre tus parpados se ciernen las claves
Del lejano despertar de los sonidos
En la clandestina imagen de tus manos
Se acinan recuerdos y clamores
En la vigencia de tu vientre se dan cita
los matices que exhala tu sonrisa
Cuando las luces calman su danza
se sublevan en mi pecho heridas licenciosas
Y amanecen tantos méritos en tu cuerpo estrecho
Que mi postergada fábula
Acepta las fórmulas que le propones






III

Las sombras surgen diametrales
Bajo los encantos del bullicio
Una brumosidad tenue
Cubre los ensortijados edificios

Tus aguados ángulos febriles
Superan toda razón
Un cielo despojado
Anuncia el eterno juego de las tristezas
Un cielo desfazado
Abriga a la esperanza

Desenfrenados sortilegios acuden
Y rescatan despojos sapienciales
Lo infinito toma cuerpo en tus entrañas
Tus brazos sujetan y demoran el enigma
Tus brazos envuelven lo inmarcesible

Entre tanto con tu magia poderosa
Decretas la nocturnal insolencia
De nuestras subvertidas voces

jueves, 12 de febrero de 2009

El Que Se Marcha



Para que pueda ser, he de ser otro,
Para salir de mi, buscarme entre los otros,
Los otros que no son si yo no existo,
Los otros que me dan plena existencia
Octavio Paz


Pájaros ávidos de cielo
volarán
sobre la luz
hasta rete
ner en sus alas
toda la brisa...
todo el silencio...





Las voces estivales hablan de amor
Las manos en los bolsillos, la cabeza gacha,
de resignación fatal...
Los labios salpicados por la roja sangre del dolor
no hacen mas que abrirse ante la tragedia.
Hay en tu vientre un espacio, un vacio
que es el que he dejado al nacer
Dejame volver a el e intentemos otra muerte
pero esta vez con mayor experiencia



El alba tiene
agudas voces olvidadas,
lejanas luces,
certeras penas,
una sonrisa apuñalada
y la demencia
deambulando entre las calles




Mi voz agónica de otoños y pesares,
Mi voz volcada sobre espejos
Que devuelven los ecos del pasado.
Mi voz alzandose sobre el horizonte
Cayendo en abismos,
hundiendose en cienagas.
Mi voz desnuda y resquebrajada
Sola en la noche,
Como un grito,
pronunciando tu nombre



Vuelta al cielo tu cabeza,

Deshojando las mañanas

Te Descubres en la luz

Destrozado por mareas.

Desandando tu camino

Vas dejando el día atrás

La Sonrisa se te oculta

En los muros del pasado.

Ahora entiendes bien

Como has llegado hasta aquí.


Desde adversas madrugadas

Rojos cielos que te inflaman

Entre tanto la ternura

Se hace sitio en tu regazo.

Ardientes luces del amor

Derribando tu egoísmo,

Azotando tus pasiones

Colmándote ...




La luz de los ángeles ilumina tu rostro anochecido
Nostálgicas palabras reaniman y desnudan tu esqueleto
Entonces deambulas en los laberintos del silencio
Buscando tus manos para ocultar lágrimas que se han ido

Como una sombra insondable, tu sed de cara al viento
Como una ventana, tu corazón abierto al día
Y nuevamente tropiezas en las calles del dolor
Ya no existen palabras para tu voz desesperada

Cuantos siglos vagando perforado por recuerdos
Cuantas noches soñando con espectros
Descubres el sol y tus ojos hastiados de miserias
Buscan el cielo, el invencible e incognocible cielo





Para qué tanta mentira
Tanta codicia, para qué
Tantas esperanzas,
Tanto silencio,
Tanto pavor mortecino
Para qué tantos sueños húmedos y antiguos
Un millar de cadencias y un tiempo inexorable
Y además, el miedo
asechando en el rincón que elegimos para vivir
Para qué tantos misterios,
Tantas promesas olvidadas
Tanto olvido, para qué
Si la soledad es una curva en mi alma,
Un sitio fuera de este sitio




Ahí estas, salvaje como en el pasado
Reptando hasta alcanzar la rugosa piel
Nadie imita nuestro silencio mientras
Arde la sangre en la expectante penumbra

La luz duerme en el aire como si fuera un temblor
Entre la acongojada humanidad de tu desvelo

La rosa busca en la noche vacía
Anunciando la mañana
Que envuelve la angustiada piedra,
Anunciando ese sol que cruzará el desierto
Hacia donde se unen nuestras manos,
Hacia donde resurge el cantar de los pájaros