miércoles, 18 de febrero de 2009

Nocturnos




I


El Sueño cae como una estrella
Los vértices de la noche estan lejanos y sobrios
Obscuro plano
Una calle repleta de niños tristes
Con mezclas de sombras y basura amontonada
El trayecto de ida con estandartes en los ojos
El de vuelta con las manos vacias
Y una mueca desolada
Con la fiebre latiendo en mis venas
Para que ignore al tiempo
Ciudad que así descubro
Obra de modos infinitos
De errores y perdidas de conciencia
Grandiosidad elocuente, enfermiza
Pensamiento ahogado, caprichoso
Tu cabeza rueda por los ángulos de mi dicha
Tu silencio es sólido, penetrante
Tu silencio tiene el perfume de las mujeres en luto



II

Sobre tus parpados se ciernen las claves
Del lejano despertar de los sonidos
En la clandestina imagen de tus manos
Se acinan recuerdos y clamores
En la vigencia de tu vientre se dan cita
los matices que exhala tu sonrisa
Cuando las luces calman su danza
se sublevan en mi pecho heridas licenciosas
Y amanecen tantos méritos en tu cuerpo estrecho
Que mi postergada fábula
Acepta las fórmulas que le propones






III

Las sombras surgen diametrales
Bajo los encantos del bullicio
Una brumosidad tenue
Cubre los ensortijados edificios

Tus aguados ángulos febriles
Superan toda razón
Un cielo despojado
Anuncia el eterno juego de las tristezas
Un cielo desfazado
Abriga a la esperanza

Desenfrenados sortilegios acuden
Y rescatan despojos sapienciales
Lo infinito toma cuerpo en tus entrañas
Tus brazos sujetan y demoran el enigma
Tus brazos envuelven lo inmarcesible

Entre tanto con tu magia poderosa
Decretas la nocturnal insolencia
De nuestras subvertidas voces

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